"Los que custodiaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban; lo cubrieron con un velo y le preguntaban: adivina quién te pegó. Y le decían muchas otras injurias" (Lc./22/63-45)
Desafortunadamente, muchos hechos de persecución en la Iglesia y de tortura en el mundo han convertido esta escena en tremenda actualidad. Detengámonos un momento a meditar sobre las persecuciones que sufren hoy muchos cristianos para tratar de comprender cómo vivió Jesús.
En su primera carta Pedro hace una interpretación de lo que le sucede a Jesús: "Él no cometió pecado, en sus labios no se encontró engaño. Ultrajado no contestaba con ultrajes; siendo maltratado no amenazaba, sino que se abandonaba en manos del que juzga con justicia". (1 P. 2, 22-23) Provocan y golpean a Jesús en su calidad de Profeta, él, la "Palabra del Padre": "adivina quién te golpeó", lo insultan como hombre que puede conocer una palabra verdadera. Seguramente se preguntarían por qué este hombre no reaccionaba, por qué no se levantaba contra ellos. Tal vez, desilusionados, pensarían que este no era el profeta que ellos creían que era porque hubieran esperado una reacción violenta y esto los confunde y los encoleriza.
Juan nos hace ver como Jesús trata de hacer razonar a quienes le golpean "si te he hecho algún mal, dímelo; sino ¿por qué me pegas?" (Jn. 18,23) He aquí a Jesús evangelizador que, en el mismo momento en que es maltratado se dirige a la humanidad más profunda del ser humano.
A nosotros nos queda la difícil tarea de comprender la mansedumbre de la palabra del Padre frente a tanta brutalidad. Pidámosle al Señor que nos haga comprender este misterio de la debilidad de Dios manifestada en Jesús, la debilidad de la Iglesia con mayúsculas cuando es perseguida en los distintos tiempos. Cuando ante estas persecuciones cristianas se responde con la resistencia, la palabra , la serenidad, la constancia en la fe, sin avergonzarse nunca de la Cruz de Cristo ni de su humillación, el Señor se manifiesta en el padecimiento de la persecución y matanzas de tantos cristianos.
Condenamos, con la palabra, desde aquí, la ola de crímenes cometidos por los grupos fundamentalistas como el ISIS contra la minoría cristiana de Irak, Siria y otras zonas de Oriente Medio. Repudiamos la destrucción de nuestras Iglesias, de documentos, la venta de mujeres cristianas en mercados de esclavos. Recemos por todos los cristianos que por serlo se han convertido en prófugos y refugiados en sus países vecinos donde comunidades de cristianos los acogen, protegen y velan por ellos. Recemos por las familias cristianas que han perdido a alguno de sus miembros en estas matanzas y recemos también por los grupos yazidíes que están sufriendo la misma persecución y humillación que nuestros hermanos cristianos. En todos ellos está el rostro de Cristo Humillado.
Por todos ellos irán nuestras oraciones en estos Cultos de la semana que viene.